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Operación retirada de catéteres venosos tunelizados en una unidad de diálisis.: ¿Es posible cambiar la tendencia en el uso creciente de éstos?

  • Autores: María Dolores Arenas Jiménez, Tamara Malek, Matías López Collado, María Teresa Gil, Analía Moledous, Ana Morales, Eva Cotilla, F. Alvarez Ude
  • Localización: Nefrología: publicación oficial de la Sociedad Española de Nefrología, ISSN 0211-6995, Vol. 29, Nº. 4, 2009, págs. 318-326
  • Idioma: español
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  • Resumen
    • En base a la premisa de que los pacientes portadores de catéteres tienen un peor pronóstico que los portadores de fístula arteriovenosa (FAV), las guías de acceso vascular (AV) plantean unos objetivos ambiciosos (<10% de catéteres venosos tunelizados (CVT). En un intento de cambiar esta tendencia creciente en el uso de CVT, iniciamos la «operación retirada de CVT». Métodos: Al inicio del estudio, 38 de los 173 pacientes dializados en la Unidad lo hacían mediante un CVT (21,9%): 16 pacientes (42,1%) incidentes y 22 (57,8%) prevalentes. Se evaluaron aspectos físicos, psíquicos y vasculares de cada paciente portador de CVT. Se recogió edad, índice de masa corporal, tiempo en hemodiálisis (HD), índice de comorbilidad de Charlson (ICM), presencia de cardiopatía y diabetes mellitus, y número de AV previos. Tras 18 meses de seguimiento, se evaluó la tasa de fallo primario, las complicaciones de la cirugía, el porcentaje de AV puncionables, el porcentaje de CVT retirados, la mortalidad y los ingresos hospitalarios. Resultados:

      En 21 pacientes (55,2%), la decisión fue la no realización de un nuevo AV y el mantenimiento del CVT. En 9 pacientes por decisión del nefrólogo y familiares, y en 11 por decisión del cirujano ante el agotamiento del lecho vascular.

      En 17 pacientes (44,7%) se realizó una FAV (50% incidentes y 45% prevalentes). La tasa de fallo primario fue del 0%. Se retiró el CVT al 64,7% (11/17). Dieciocho meses después, sólo 4 pacientes permanecían sin CVT; 5 pacientes habían fallecido (4 con FAV funcionante y 1 con CVT tras ligadura de FAV por robo grave) y en 8 hubo que reintroducir de nuevo el CVT. Las complicaciones inmediatas de la cirugía vascular fueron: un hematoma a tensión con necrosis de piel secundaria que requirió ingreso; dos síndromes de robo: uno que se solucionó con ejercicio y otro que precisó cierre quirúrgico; 2 infecciones: una en relación con hiperaflujo y trombosis de cava superior, que precisó cierre quirúrgico.

      El tiempo medio libre de CVT fue de 5,2 meses (rango:

      0,7-14,3 meses). La mortalidad fue del 29,4% (5/17) en el grupo en el que se actúo y del 9,5% (2/21) en el otro grupo (RR: 3,19; IC 95%: 0,68-13,98; p: 0,11). Los pacientes a los que se realizó una FAV no mostraron diferencias significativas con el grupo al que no se le realizó una FAV en cuanto a edad, obesidad, tiempo en HD, ICM, diabetes mellitus, sexo, número de AV, ingresos ni mortalidad. Conclusiones:

      Es posible mejorar la tendencia en el uso de catéteres permanentes en un grado discreto y a lo largo de un proceso prolongado y no exento de complicaciones, algunas de ellas graves. En un porcentaje elevado de pacientes, se confirma la imposibilidad de retirar el CVT. La patología asociada puede haber influido en los resultados. Los estándares de calidad deberían adecuarse a la realidad de la población que estamos tratando.


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