La percepción que Marruecos posee de sí mismo está mediatizada por la ideología poscolonial, la economía, los estados rivales y sus "compensadores automáticos", y el terrorismo. Esta percepción explica su política exterior, concentrada en un amplio juego de opciones no excluyentes, pero sí exigentes en términos diplomáticos y militares. Solo será posible un cambio en ella si se produce una transformación política interna de resultados imprevisibles y, por tanto, arriesgados para sus principales aliados.
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