A finales del siglo XVIII los intelectuales empezaron a recordar el vestido en sus pensamientos. En las edades medieval y moderna la indumentaria apenas había constituido esa diana favorita de las diatribas moralistas cuyo limitado horizonte convertía a los atuendos en vergonzantes testimonios de la vanidad humana, más o menos un mal oneroso al que nos arroja nuestra fatuidad. Ya no será así: Hegel, Kant, Comte y Charlyle proporcionaron nuevos enfoques y argumentos para ensalzar las virtudes sociales y morales del vestido. Con ellos, el vestido devino sinónimo de civilización y honorabilidad
At the end of the eighteenth century, intellectuals began to consider dress as a phenomenon worthy of their attention. In previous eras, dress had been little more than the target of moralistic diatribes whose limited horizons converted dress into shameful testimony of human vanity - a lesser evil imposed on us by our frivolity. But this was no longer the case: Hegel, Kant, Comte and Carlyle provided new approaches and arguments to praise the social and moral virtues of dress. Thanks to them, dress became the synonym of civilization and honour
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