Las sociedades occidentales vienen prestando cada vez más atención a la naturaleza y a los problemas que se derivan del cambio climático. La relevancia de la naturaleza para el ser humano y el aumento de su visibilidad social han llevado a tomar iniciativas sociales y políticas como la Carta de la Tierra, donde se destaca la interdependencia entre naturaleza y sociedad, que influye en un cambio sobre el concepto de desarrollo, contemplado cada vez más con criterios de calidad más que de cantidad. Aun así, es necesario diferenciar dos tendencias más marcadas en la opinión pública mundial: una que otorga más valor propio a la naturaleza y otra que la considera exclusivamente de forma instrumental, cuyo valor se deriva de su utilidad.
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