De 1820 a 1860, Nueva Orleans se sometió a una constante expansión. En 1840, Nueva Orleans ocupaba el cuarto lugar entre las ciudades de Estados Unidos por el tamaño de su población. Pero la expansión del comercio que transitaba por el puerto de Nueva Orleans era aún mayor. El valor del comercio en esa ciudad, que ascendía a 16 millones de dólares en 1820, había alcanzado los 324 millones dólares en 1860. Entre 1820 y 1860, ningún otro puerto del mundo mostraba una mayor variedad de envío. En vísperas de la Guerra Civil, unos 1.500 buques entraban cada año en el puerto de Nueva Orleans. Para entonces, la magnitud y el valor de las mercancías en tránsito por Nueva Orleans era sólo superada por Londres, Liverpool y Nueva York. Sin embargo, a pesar de estos éxitos, el puerto de Nueva Orleans se enfrentaba a una dura competencia y unos retos cada vez mayores.
El éxito del puerto de Nueva Orleans se basaba en el control de los tráficos del interior y en gran medida dependía de una red de ríos que llevaban la mercancía al puerto occidental. Además, en la década de 1850, muchas otras ciudades de Estados Unidos invertían en el desarrollo de líneas ferroviarias para dirigir el tráfico hacia el puerto. A mediados del siglo XIX, las autoridades de Nueva Orleans pusieron en marcha diversas políticas para adaptarse a una situación difícil y para hacer frente a la creciente competencia comercial. Entre estas medidas, el desarrollo de una red ferroviaria importante era primordial. El presente artículo examina cómo el desarrollo de los ferrocarriles contribuyó a mantener el predominio de Nueva Orleans en el comercio mundial durante la segunda mitad del siglo XIX.
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