En pocas semanas se convertirá en la tercera mujer que reciba el Premio Cervantes, pero ya está deseando que terminen las celebraciones y el "mal trago" del discurso que, según nos confiesa, no ha empezado aún a escribir, para ponerse con una novela que le ronda la cabeza. Nos recibe en un salón acorralada por torres de libros, pero no porque sea desorganizada, advierte, sino porque la hemos sorprendido en plena mudanza. Aún así, no hay un solo hueco en su sobreático barcelonés que no haya sido convertido en improvisada biblioteca.
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