Todavía recuerdo el día en el que después de muchos años en una planta de cirugía, y por motivos de reducción de personal, tuve que trasladarme a un nuevo destino. Primero fue la incertidumbre, más tarde, una vez conocido el sitio, temor pues no era otro que la �temida� planta de Oncología y Cuidados Paliativos. Todos en el hospital sabíamos lo que era ese servicio, pues los rumores de defunciones diarias, llantos y penas corrían de planta en planta y todos lo veíamos como algo que estaba ahí pero que a nosotros no nos llegaría tener que trabajar en esas condiciones. Sin embargo, como bien dice el dicho popular, �la vida da muchas vueltas� y una de ellas me trajo a aquí y enfrentarme a mis temores.
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