Este trabajo argumenta que la reforma monetaria adoptada en 1994 debería ser completada otorgándole al real la plena convertibilidad en otras divisas. En el status quo actual, el real es convertible bajo algunas circunstancias y sólo por algunos agentes económicos, y aun así el Banco Central puede suspender la convertibilidad o cambiar sus reglas, simplemente, por un decreto administrativo. Como consecuencia, existe una prima de riesgo de convertibilidad que implica o mayores tipos de interés domésticos o una mayor depreciación de la moneda, cuando no ambos. Los pasos del proceso de liberalización de los movimientos de capital deberían estar preanunciados al igual que la secuencia de su aplicación. El régimen de libre convertibilidad no es una panacea sino un instrumento importante para la restauración de la credibilidad de la moneda.
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