Resumen de El eterno dilema: cantidad o cualidad
El eterno dilema: cantidad o cualidad Que en este país existe un déficit de escolarización para la infancia de 0 a 3 años, es una realidad evidente. Que para paliar esta situación endémica era necesaria una acción decidida por parte del Estado, es un acto de justicia. Que el Plan educa3 no era la solución, es una obviedad.
El plan dice sustentarse sobre dos elementos básicos: la construcción y mejora de los edificios a impulsar entre el Estado y las CCAA, y la formación del personal. Si bien su plan de seguimiento y evaluación se centran en cuantificar unidades y plazas ofertadas.
Que durante el 2008 y 2009, según los datos del Ministerio, se han creado, rehabilitado o ampliado 823 centros en los que se acoge a un total de 52.901 niños y niñas, posiblemente sea cierto.
Después de estos primeros años de aplicación del Plan, es posible demostrar el porqué éste no era, ni ha sido la solución del problema de la sociedad, ni el de garantizar más y mejor oferta de cualidad para la infancia de 0 a 3 años.
Se puede admitir que son muchos los ayuntamientos que no disponen de los recursos necesarios para construir una escuela infantil de 0-3 años y en consecuencia han entrado a toda velocidad en la competición de conseguir los fondos ofertados en el Plan. Lo que ha comportado en demasiadas ocasiones prescindir de toda planificación y de esta forma hoy se pueden encontrar escuelas infantiles en los confines de pueblos y ciudades del país, con accesos difíciles y aisladas del contexto social al que han de acoger, un despropósito consecuencia de las prisas y de una acuciante necesidad.
Cabría preguntarse, también, si estos ayuntamientos disponen de los recursos para mantener año tras año el costo de una escuela infantil.
De los cinco millones de euros previstos en el Plan, se desconoce su aplicación, pero lo que sí se conoce es la forma más común de la actuación municipal durante este periodo: la externalización. Donde es frecuente encontrar en los pliegos de adjudicación prioridad al proyecto económico a la baja sin darle valor a los proyectos educativos de los centros.
Esta comporta dos grandes problemas que hacen inviable la garantía de la calidad de la educación de los más pequeños: el primero, se prescinde al máximo de toda formación adecuada, y, segundo, los horarios y los salarios de estos profesionales rozan los del salario mínimo interprofesional. Una realidad que comporta una inestabilidad laboral que redunda en la falta de respeto a la infancia.
Si se observa el segundo elemento clave del Plan, la formación del personal, cabria preguntarse: ¿qué iniciativas se están desarrollando?, ¿desde qué administración se promueve la formación continua de los profesionales de 0-3?, ¿cuándo se hace esa formación?� En educación, también en la educación de los más pequeños, una política de las cifras es insuficiente; los niños y niñas y sus familias se merecen avanzar en mejorar la calidad de vida y la educación es un derecho irrenunciable.
