En 1921, tras siglos de sumisión, Irlanda (aunque no toda la isla) consiguió su independencia del Reino Unido. Un camino que empezó a allanarse cinco años antes con la llamada "Pascua Sangrienta", que convirtió la ciudad de Dublín en un campo de batalla y que acabó con la detención y muerte de los cabecillas de la sublevación.
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