Entre la ladera segoviana de la sierra de Guadarrama, entre altos pinos y altas montañas, el nieto de Luis XIV creó un pequeño Versalles con un palacio rosa y unos jardines geométricos donde el rumor de las fuentes armonizaba con el melodioso canto de Farinelli. La idea era retirarse, todavía joven, a él, pero no pudo ser.
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