La ausencia de un gobierno económico en Europa tiene consecuencias indeseadas que se manifiestan en deficiencias en la convergencia entre los países miembros de la Unión Europea, en pérdida de la competitividad de las economías de la zona euro, en insuficiente generación de ciencia y tecnología, como consecuencia de la caída del gasto bruto en Investigación y Desarrollo, y en baja productividad.
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