La Unión Europea tiene aptitudes sobradas para hacer oír su voz en el panorama internacional. Gracias al poder de su influencia diplomática, cultural y tecnológica como a la personalidad jurídica que le otorga el Tratado de Lisboa está en disposición de actuar y de que se tenga en cuenta su posición. Para ello, hace falta que mejore la coordinación interna para hablar con una sola voz y que se agilice la toma de decisiones sobre las cuestiones trascendentes.
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