El capital es ahora el valor supremo y el fundamentalismo económico es la nueva forma hegemónica. Los valores monetarios del mercado suplantan los valores humanos de la sociedad. Se presencia la política de despolitización y exacerbación del individuo. Se viven tiempos de desamparo y de fragilidad de la condición humana, un mundo fragmentado, atomizado. Sociedades asombradas producen políticas histéricas de persecución y aniquilamiento. El miedo es la puerta de entrada para políticas genocidas de control social. Se vivencia la institucionalización de la cultura del miedo. Los medios tienen una influencia decisiva en la producción contemporánea de subjetividad punitiva, generando ondas de pánico en la sociedad, que clama por medidas más rígidas.
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