En este artículo se comienza postulando que la Filosofia, como ciencia del saber, contempla la llamada �ÉTICA ACTIVA� y comprometida, basada en la tradición que identifica el bien.
La ética se encuentra más cerca de la sabiduría que de la razón, más cerca de llegar a comprender lo que es el bien que de juzgar correctamente situaciones concretas, ya que parece evidente que hoy día los filósofos han pasado de discutir cuestiones metaéticas a un debate mucho más encendido entre aquellos que defienden una moral crítica y encerrada en sí misma, la cual se centraría en principios prescriptivos, y los que buscan una ÉTICA ACTIVA, basada en la tradición que identifica �el bien� como propia exigencia de responsabilidad personal.
Cada cosa que hacemos es responsabilidad humana. Esa es su realidad.
Nuestro ViVir tiene lugar en el acoplamiento estructural con el �mundo/ Entomo� que todos producimos, y resulta capital reconocer que ese acontecer continuo de la participación humana nos lleva a convertirnos en autores necesarios. Nosotros no podemos hacer nada fuera de nuestros dominios de conocimiento y a esto se debe que nada de lo que hacemos en tanto que seres humanos resulte trivial, porque todo deviene en parte del mundo que vivimos en tanto en cuanto lo hemos producido, por pertenecer como parte de la sociedad o de ese micromundo cultural en el cual estamos integrados.
La naturaleza, el mundo, la sociedad, la ciencia o conocimiento, la filosofia, la ética, la religión, la historia, los átomos, las moléculas, los árboles, las flores, etc., efectivamente, todas esas cosas son entidades cognoscitivas, explicaciones de la praxis o acontecer de la vida de quien las observa, y en tal calidad, como esta misma explicación, sólo son tal cual burbujas de acciones humanas que flotan en la nada. Cada cosa es cognoscitiva, y toda burbuja de conocimiento humano cambia permanentemente.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados