El rebaje de los terrenos necesario para la construcción de una gran nave industrial, originó taludes de hasta 25 m de altura, excavados en un sustrato granítico que presentaba distintos grados de alteración. Debido a la peculiar composición del terreno y a la ausencia de medidas estabilizadoras, se originaron una serie de desprendimientos que obligaron a paralizar los trabajos. Para continuar de forma segura con la ejecución de la obra fue necesario solucionar la problemática surgida, a la vez que se cumplían con unos determinados requisitos derivados de los límites de expropiación de los terrenos y de las necesidades de reducción del impacto paisajístico. La combinación entre técnicas de obra civil y de bioingeniería física resultó una solución completamente satisfactoria que cumplía con todos los condicionantes exigidos.
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