Este artículo pretende explicar las fuentes de la emoción fílmica. Dado que no disponemos de una idea consensuada acerca del modo en el que los textos fílmicos activan, promueven y administran la emotividad del espectador empírico, las páginas que siguen describen a trazo grueso los múltiples argumentos que la teoría del cine en sus diversas versiones o líneas de pensamiento ha puesto sobre la mesa para explicar el amplio catálogo de sensaciones que la visión de una película despierta en su espectador. Este repaso revela que existe una bipolaridad irreconciliable entre las teorías orientadas al lector y al contexto, y las teorías orientadas al texto. Disponemos, en efecto, de dos maneras genéricas de evaluar los efectos emocionales de los filmes: por un lado están los Cultural Studies, la teoría de la respuesta, la pragmática y los estudios de género que conceden prioridad a las condiciones subjetivas y ambientales en las que se produce la recepción de la película; por otro, la teoría cognitiva y la semiótica estructural centran el foco en las instrucciones mediante las que la película orienta la emotividad de su espectador. En tierra de nadie se encuentran la teoría psicoanalítica del cine que considera la experiencia fílmica como un remedo o simulacro de la vida.
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