El envejecimiento conlleva una disminución de la percepción sensorial afectando a la calidad de vida. Estas pérdidas sensoriales influyen en la relación del mayor con su entorno, teniendo especial relevancia en el proceso de elección de los alimentos y en la pérdida del placer de comer contribuyendo a un deterioro de su estado nutricional.
Se ha postulado que los suplementos de minerales como selenio, zinc y cobre en la dieta pueden mejorar la percepción sensorial o ralentizar su deterioro en ancianos.
No obstante, en una búsqueda bibliográfica en Pub- Med y en la colaboración Cochrane solo se han encontrado ensayos clínicos que relacionan el zinc con el gusto y la visión. El principal estudio donde se evalúa el beneficio del zinc en ancianos es el estudio ZENITH, observándose una mejoría de la sensibilidad para el sabor salado. En otro ensayo realizado en pacientes con disgeusia, el tratamiento con zinc produjo una mejoría significativa de la percepción de los sabores. En cuanto a la implicación del zinc en la visión, encontramos dos metanálisis realizados por la colaboración Cochrane, donde se revisan todos los ensayos clínicos disponibles con vitaminas y minerales para el tratamiento y la prevención de la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), y se concluye que el zinc retrasa la progresión de la DMAE pero no es eficaz para prevenirla. El ensayo clínico más relevante es el estudio AREDS, que demuestra que el efecto beneficioso del zinc es mayor cuando se asocia con antioxidantes.
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