La infección por el virus varicela-zóster es relativamente frecuente en la población general. Habitualmente el diagnóstico clínico es sencillo y no suele precisar estudios complementarios. En algunos casos, detrás de esta infección subyace un estado de inmunodepresión, como una diabetes, tratamientos inmunosupresores, corticoides, pacientes trasplantados, infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), etc.
Presentamos un caso en el que la infección por el virus varicela-zóster ha ido mucho más allá de las manifestaciones cutáneas, desarrollando alteraciones neurológicas severas, que sirvieron como guía para diagnosticar una infección por el VIH subyacente.
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