Se mantiene por parte de muchos autores que el ser humano no viene a este mundo con inclinaciones determinadas, por lo que, como diría Watson, "darme a un niño y haré de él lo que quiera: un filántropo, un asesino, etc.". Pero este tipo de casi infinita maleabilidad me parece indemostrable. Tampoco me parece demostrable la posición de Piaget o Kohlberg respecto a la espontaneidad con que el ser humano se transforma, de egoísta en convencional, de convencional en un agente de principios. La tesis que se mantiene aquí es que el ser humano es maleable hasta cierta medida, por lo que se necesita un proceso educativo ilustrado en que la empatía tenga un papel preponderante, para conseguir que los individuos inicialmente capullos, que pueden florecer o malograrse, se conviertan en rosas esplendorosas, alcanzado su excelencia tanto a nivel de conducta individual como de colectiva.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados