Cuando se celebra un matrimonio, lo normal es que los contrayentes convivan juntos y tengan hijos. Si las relaciones entre la pareja son cordiales y positivas, el niño o niña encuentra en su casa el mejor modo para desarrollarse de forma integral y en definitiva para ser feliz.
Sin embargo, con la aparición en la convivencia entre los padres, de forma regular o incluso a diario, de discusiones, gritos y disputas, los hijos e hijas comienzan a sufrir desilusión, tristeza, miedo, irritabilidad o agresividad y por supuesto, efectos no deseables desde el punto de vista académico cuando están escolarizados.
A nivel escolar, las separaciones y/o los divorcios entre los padres desencadenan una serie de consecuencias: legales, cambios en la relación familia-escuela, alteración en las relaciones sociales durante el tiempo extraescolar, disminución de los rendimientos académicos, alteración del comportamiento, bajada en la autoestima, alteración del nivel de ingresos� El análisis de tales repercusiones constituye el objeto central del presente artículo, realizado desde la óptica del Trabajo Social Educativo.
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