Durante estos últimos años los Programas de Intervención en Espacios Públicos, han dado lugar a realizaciones que como las de Aranjuez, han perseguido los siguientes objetivos:
�Actuar tanto en el tejido urbano de valor arquitectónico reconocido, como en los núcleos menores y pueblos pequeños, apostando a que la intervención en estos últimos, suponga una mejora sustancial para sus habitantes.
�Delimitar el espacio, analizando el lugar de fuera a dentro, de modo que la intervención concreta resuelva no sólo el tratamiento del lugar central sino las calles, plazuelas y accesos en contacto utilizadas por el mayor número de personas.
�Conservar los elementos arquitectónicos de valor que integran el espacio y el paisaje urbano concreto. Rehabilitar y facilitar la rehabilitación de edificios, generando otras intervenciones o incorporando elementos que adapten el espacio a las nuevas necesidades.
�Reordenar el tráfico rodado y el paseo peatonal, flexibilizando las circulaciones para permitir una utilización diferente entre la diaria y la que se realiza los fines de semana. Apostar por un decidido aumento de las superficies destinadas a la estancia y el paseo frente al vehículo. Convivencia relativa entre peatón y vehículo, frente a peatonalización exclusiva.
�Considerar que las Plazas y espacios públicos son lugares de encuentro para todos, y por tanto facilitar a niños y ancianos, zonas accesibles, eliminado obstáculos y elementos innecesarios para un mejor uso cotidiano. Alternar pavimentos duros con suelos terrizos arbolados.
�Realizar intervenciones flexibles en lo posible, con una filosofía no endurecedora de la intervención, con elementos sencillos y a veces móviles capaces de ajustarse a los cambios de uso del espacio a lo largo del año (fiestas, ferias, mercados, toros, etc.).
�Proporcionar espacios confortables de sombra o de sol según las características del lugar y estación del año, a través de la adecuada elección del arbolado y de otros elementos que atenúen los rigores del verano e invierno, con pavimentos adecuados a la zona, y marquesinas, pérgolas, bancos o fuentes.
�Prever un mantenimiento fácil y no costoso, ya que la inversión una vez realizada genera unos costes, que la convierten en una carga para las haciendas municipales. Tener en cuenta el deterioro y mal trato que amenaza la conservación de estos espacios.
�No experimentar con el ciudadano, informándole de criterios y de planteamientos para la realización de las obras, y exponiendo los Proyectos en los Ayuntamientos, para conocimiento de los interesados.
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