En el siglo XVIII, se consolida un modelo escultórico cuyos precedentes, encontrados antaño a partir de la Edad Media, nos traen la imagen de uno de los Cristos más venerados de todo el ámbito escultórico europeo: la de Jesús recogiendo sus vestiduras tras la flagelación, fuente de inspiración de muchos que subsiste hasta nuestros días.
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