Este artículo se pregunta hasta qué punto cabe esperar un nuevo comportamiento de China en su manera de hacer frente a la crisis nuclear de Corea del Norte. En la primera parte se aborda el significado de los graves acontecimientos de 2009, destacando, en particular, la prueba de un misil de largo alcance en abril y el nuevo ensayo nuclear (el segundo, tras el de octubre de 2006) que realizó Pyongyang en ma - yo. En la segunda parte, se presentan los contornos de la ca - pacidad de influencia de China en el comportamiento de su vecino oriental, para concluir que ésta es bastante menor de lo que se suele suponer y que, además, Beijing se muestra re - nuente a hacer uso de la que tiene, por imperativos estratégicos comprensibles. En la tercera parte se enumeran los objetivos de la estrategia china hacia Corea del Norte que han permanecido básicamente inalterados en los últimos años, incluso tras la segunda prueba nuclear efectuada por Pyongyang, y que seguramente sigan siendo estables, de no mediar acontecimientos graves e imprevistos. La conclusión principal del artículo es que no cabe esperar de China que actúe de una forma sustancialmente distinta a la desplegada hasta ahora.
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