La preocupación sobre el declive de la UE se extiende entre políticos, medios de comunicación y ciudadanos. La razón no es que la Unión carezca de poder, sino la manera fragmentada en que lo ejerce. Adelantamos unas páginas de La fragmentación del poder europeo.
En el mundo que se avecina, caracterizado por una creciente competición multipolar y por un debilitamiento del multilateralismo, la UE juega con una mano atada a la espalda. Ya ha sido imperio, ya ha colonizado y descolonizado, luchado fuera y dentro por los recursos y el territorio. �Been there, done that� (�ya estuve allí, y ya lo hice�), que dicen los estadounidenses. Pero además de todos esos condicionantes, la UE también tiene atada la otra mano que teóricamente le queda libre. Ello se debe a que su diseño institucional, su código genético, la ha predestinado históricamente a mirar hacia dentro, no hacia fuera, en otras palabras, a ser una potencia introvertida, no extrovertida.
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