En España existen más de cien puntos negros en los que la mayoría de sus habitantes no hace efectivo su derecho a participar en unas elecciones. Estos agujeros negros de la democracia tienen un denominador común: son espacios desconectados de la vida social, económica y política de su sociedad. Hasta la fecha, toda la atención sobre este grupo de excluidos sociales se había centrado en atender sus necesidades más básicas. Sin embargo, los poderes públicos han obviado el desarrollo de políticas directas orientadas a la inclusión política de los más débiles de nuestra sociedad.
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