Uno de los principales problemas que nos encontramos en la práctica de la implantología es el de poder utilizar técnicas quirúrgicas y prostodóncicas lo más conservadoras posibles, pero que además mantengan una estabilidad de los resultados a lo largo del tiempo. Sabemos, desde hace mucho tiempo, que la aplicación de fuerzas sobre las prótesis de nuestros pacientes provoca la transmisión de éstas al hueso a través de los implantes. Son muchos los factores que influyen en la remodelación y conservación del hueso sometido a carga, pero nosotros queremos en este artículo hacer referencia a una técnica quirúrgica enlazada con la inserción del implante. Ésta pone en relación directa la distancia o altura que debe de existir entre el «gap» de conexión del implante y la «cresta ósea» sobre la que está situado.
Los resultados obtenidos en el mantenimiento de la cortical a largo plazo en presencia de carga son espectaculares. Además, hemos comprobado que dichos resultados son independientes de otros factores como la longitud y anchura del implante y el tipo de conexión interna o externa, siempre que alrededor de las espiras y el cuello de éste exista la presencia de un grosor de 1,5 mm de hueso periimplantario. Estos resultados se han medido en 42 pacientes portadores de implantes insertados con TSS y con un seguimiento mínimo de entre 6 y 16 años, en un total de 184 implantes roscados. Con las radiografías realizadas durante todos estos años hemos observado siempre el estado de ajuste de la conexión protésica y el grado de conservación-recesión de la cresta ósea.
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