El fenómeno de la propaganda como expresión de persuasión colectiva está unido al nacimiento mismo de los enfrentamientos bélicos, convirtiéndose en un instrumento tan eficaz como las propias armas. Tras su empleo durante la I Guerra Mundial, será la guerra civil española su principal campo de experimentación. Para ello se emplearon todos los recursos disponibles: libros, folletos, octavillas, declaraciones a la prensa, emisiones radiofónicas, documentales, carteles, dibujos y pinturas. Se podrían añadir las ocupaciones del espacio público: mítines, desfiles de tropas y entierros de combatientes caracterizados. La rotulación de las calles, con nombres apropiados a la nueva realidad, también se convirtieron en apelaciones directas a la conciencia ciudadana. Lo mismo puede decirse de los refugios antiaéreos, transmutados en símbolos mudos de las agresiones franquistas.
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