Hasta el siglo XIX el uso de la madera como material constructivo fue habitual en la arquitectura, gracias a la disponibilidad, versatilidad, resistencia, propiedades mecánicas y facilidad de elaboración, transformación e instalación de este vegetal leñoso, cuyas técnicas de cálculo estructural se conocían desde la Antigüedad. En el artículo se analiza la importancia que se concedió a este material en los principales tratados de arquitectura y las recomendaciones que incluían para el uso de las distintas especies arbóreas, con especial atención a España durante la Edad Moderna. Asimismo, se analiza la repercusión que tuvo en la construcción y auge de los retablos, hasta que la Academia de Bellas Artes -en 1766- decidió proscribir el uso de la madera en la construcción por los riesgos que entrañaba, dentro del proceso de cambio de gusto auspiciado por esta institución.
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