Aurora Guerra Tapia, Raquel Rivera Díaz, B. Pérez Suárez, Elena González Guerra
Pocos procesos dermatológicos pueden ser diagnosticados con tanta facilidad por sus características clínicas como el herpes zóster (HZ): las lesiones elementales que lo conforman, la distribución y disposición de éstas y los síntomas acompañantes permiten un acierto casi seguro. No obstante, un pequeño porcentaje de pacientes presentan formas clínicas incompletas o atípicas, como por ejemplo el zóster sine herpete, o muy intensas, como el zóster necrótico, o cuadros paucisintomáticos con mínima expresión cutánea. Otras veces, el territorio afectado, obliga a un diagnóstico y tratamiento precos para evitar secuelas irreversibles, como ocurre en el del territotio oftálmico en ocasiones, antes de la configuración completa del cuadro clínico. Puede ocurrir también que el enfermo consulte inicialmente por una complicación, por ejemplo, una diseminación herpética, que oculte o desfigure el HZ inicial.
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