En el año 2007 la DGT comienza una serie de campañas publicitarias con características que las diferenciaban de lo que se había observado hasta la fecha en ese tipo de publicidad. La parte gráfica perdía su protagonismo casi por completo, dejando paso a la fuerza de la palabra, con la que, aparentemente, se llega a dañar la imagen del receptor.
En este artículo tratamos de mostrar cómo la DGT emplea con notable éxito el manejo de las diferentes imágenes en juego, logrando rentabilizar el ataque al receptor para lograr sus objetivos: el acercamiento al de la institución al receptor y la toma de conciencia y responsabilidad de este. Para ello hemos analizado el corpus desde una perspectiva lingüístico pragmática, tomando en cuenta la argumentación así como cuestiones relativas a la cortesía.
In 2007 the DGT began a series of advertising campaigns with characteristics that differed from what had been observed until then in this type of advertising. The graphics lost his role almost entirely, giving way to the power of words with which, apparently, the addressee's face can be damaged.
In this paper we try to show how the DGT uses the face management with considerable success capitalizing on the attack to the adressee in order to achieve its goals: A closer relationship between the institution and the adressee citizen and the awareness and responsibility for this. We have analyzed the corpus from a pragmatic linguistic perspective, taking into account argumentation as well as questions related to politeness
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