El autor, parte de la identidad de la psicomotricidad, que aporta una mirada diferente sobre el desarrollo del niño, para justificar que la psicomotricidad tiene entidad propia como disciplina, pero en el marco de un trabajo realizado necesariamente en relación con otros profesionales, en interdisciplina. Ello impone la necesidad de reconocer las propias limitaciones de la psicomotricidad para comprender determinados fenómenos, la oportunidad de enriquecerse con otros puntos de vista, pero también la posibilidad de aportar a un equipo una visión particular cualificada. La interdisciplina nos lleva a una responsabilidad y a un enriquecimiento y por ello se incorpora a la formación de los psicomotricistas, tanto a nivel teórico como a través del trabajo corporal, posibilitando la construcción de un rol específico y una identidad profesional. Pero para poder incorporarse en equipos interdisciplinares, los psicomotricistas necesitan superar sus diferencias y su fragmentación lo que consolidará la psicomotricidad, como disciplina y como profesión.
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