Para los pueblos mesoamericanos, el movimiento de los astros y particularmente del Sol era determinante para estructurar su imagen del universo, y con base en ella definían también la orientación de sus ciudades y templos principales. El Sol nace por el oriente y se eleva en el firmamento para después empezar a declinar hacia el poniente, es decir, la forma piramidal representada en un edificio se asemeja en cierta forma al movimiento de ascenso-descenso que realiza el astro.
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