Las constantes interrupciones en la oficina estiran hasta en un 40 por ciento el tiempo necesario para cumplir tareas complejas. Según el investigador Thomas Jackson, retomar el hilo de pensamiento después de desviar la atención del trabajo consume unos 64 segundos. Perder la concentración puede llevar, incluso, a abandonar por completo una tarea para reemplazarla por otra menos importante. La lluvia diaria de e-mails y mensajes de texto, sumada a las distracciones generadas por las tecnologías interactivas de la Web, les quita un tiempo precioso a los empleados y les genera una falsa sensación de actividad. Este tiempo perdido en tareas improductivas representa un alto coste laboral para las empresas. Restringir el uso de las herramientas interactivas no parece ser la solución, pero hay compañías que están poniendo a prueba otras medidas.
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