Construcciones legendarias, ciudades idealizadas, ruinas de la Antigüedad o edificios y urbes fantásticas. El Museo Thyssen recorre con �Arquitecturas pintadas� la aparición y evolución entre los siglos XIV y XVIII de un nuevo género: el paisaje urbano. Desde las perspectivas del Renacimiento hasta el cénit de la pintura arquitectónica en el XVIII con las ciudades del �Grand Tour�.
Si pensamos en la vida terrenal como en poco más que un breve y penoso interludio, el entorno en el que ésta es vivida consecuentemente no habrá de merecernos tampoco atención alguna. Si la idea es materia divina y lo sensual cosa despreciable, en la medida de lo posible trataremos de plasmar las apariencias mundanas simbólicamente�. Con un par de frases se bastaba para interpretar Kenneth Clark las líneas maestras del imaginario religioso medieval, causa primera a simple vista de la desconcertante marginación que el paisaje �y la arquitectura, hemos de añadir, el escenario más inmediato para el ser humano y sus vivencias� sufrió como tema en la pintura de la Edad Media. Pero también es cierto que, pasando por alto la problemática que la representación arquitectónica planteaba para un pintor cualquiera de finales de la Edad Media, si se nos permite tamaña generalización, corremos el riesgo de reducir la aparición de la arquitectura a un simple cambio en el repertorio, e ignorar de tal modo la significación que, como consecuencia y no ya como causa, tiene ello para nuestra comprensión de la revolución trascendental que se produce en la pintura del Quattrocento italiano. Que es, precisamente, el punto de partida temporal de la exposición que el Museo Thyssen dedica a las arquitecturas pintadas, y que alcanza hasta el siglo XVIII, cuando el género vivía su momento de mayor esplendor y se había instalado definitivamente en la posteridad. Francisco J. R. Chaparro sigue el desarrollo del género del paisaje urbano a partir de los contenidos de la exposición del Museo Thyssen.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados