La Unión Europea quiere constituirse, más allá de sus acuerdos económicos y políticos, como una comunidad moral construida y unida en torno a unos valores comunes. Éstos han sido reafirmados recientemente por el Tratado sobre la Unión europea. Sin embargo, tanto en el seno de los Estados nacionales como en el interior de la comunidad europea persisten las divergencias en lo concerniente a los valores predominantes y sus interpretaciones unánimemente reconocidos, tales como el bienestar, la libertad, la satisfacción de las necesidades fundamentales. Aunque motivada por razones políticas, la promoción de una comunidad de valores en el seno de la Unión es, como mostraremos, aporética. En contraste con esta posición, aquí subrayaremos la importancia primordial de encontrar acuerdos institucionales que nos permitan vivir juntos aun cuando no participemos de valores comunes ni exista un consenso sobre ellos dentro de las fronteras de la Unión
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