Con el fin de "defender el poder adquisitivo" el Gobierno francés analiza una serie de medidas: renumeración de las vacaciones no disfrutadas, domingos laborables, mayores facilidades para la instalación de supermercados. Pero casi siempre se oculta un aspecto del problema: en veinte años, la participación de los salarios en el Producto Interior Bruto francés se ha reducido un 9.3%, lo que equivale a más de 100.000 millones de euros transferidos al capital. Este elemento central del debate se ha convertido en un punto ciego.
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