La British Broadcasting Corporation (BBC) atraviesa un periodo difícil. En 2003, el Gobierno cuestionó su objetividad durante la intervención británica en Irak. Actualmente se somete a una importante restructuración: supresión de miles de puestos de trabajo, claros recortes en la parte del presupuesto asignada a la información y a los programas� De hecho, la BBC ha sabido sortear hábilmente el cambio digital y proteger su financiación a través de impuestos. Pero la idea misma de servicio público se resquebraja.
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