En 1678, el prioste o mayordomo de la cofradía de Santa Ana, viendo que muchas de las personas que o bien tenían arrendadas tierras de la cofradía o censos a favor de la misma no pagaban sus rentas y que, esto, iba en detrimento de la realización de sus obras benéficas, decide querellarse contra ellas ante el Provisor del obispado de Jaén.
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