A partir de la segunda mitad del siglo XIX los ministrantes y practicantes españoles de forma voluntaria comenzaron a asociarse para defender sus intereses. A Madrid le corresponde la gloria de ser la primera plaza en España donde a tal efecto, en 1860 se constituyó una Sociedad de Ministrantes que en esencia era una Sociedad de Socorros Mutuos. Pese a estar constituida y funcionando de facto, esta Sociedad finalmente no fue autorizada por los Poderes Públicos. No obstante, continuó celebrando reuniones y una activa labor en favor de la clase. Próxima a la Corte y gracias a la propaganda inserta en �La Voz de los Ministrantes� se proyectó al ámbito nacional, organizándose posteriormente Colegios y Asociaciones de Practicantes en otras ciudades españolas, lo que supone el inicio del Corporativismo de la clase en nuestro país.
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