En un estado familiarista, como es el caso del Estado español, donde las obligaciones del bienestar de la familia pasan en gran medida por la unidad familiar, ésta necesita de recursos adicionales para que puedan plantearse la posibilidad de tener hijos sin tener que recurrir al limitado y explotado recurso de las abuelas. La debilidad de políticas sociales, en el Estado español y otros países europeos, orientadas a reducir las cargas relativas al cuidado de la familia van en detrimento no solamente de los derechos de igualdad de la mujer (madres y abuelas) sino también de las condiciones que favorezcan la formación de familias capaces de conciliar el trabajo y la atención adecuada de sus hijos e hijas. Los abuelos y abuelas han tenido siempre un papel muy importante en la transmisión de valores y en la muestra de afecto hacia sus nietos y nietas, pero sobretodo en las últimas décadas este papel ha cambiado asumiendo el cuidado, crianza y educación. Las abuelas se han convertido en un elemento provisor del bienestar familiar en un contexto de crisis económica y social, imprescindible para la conciliación de la vida laboral y familiar. Y aunque el cuidado de los nietos y nietas les proporciona experiencias positivas, actualmente también les supone una dedicación diaria hacia ellos que en ocasiones les genera problemas físicos y emocionales.
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