Cuando hablamos de iconos nos referimos a representaciones que producen un cierto impacto en nosotros aunque no sean perfectas; del icono se esperan armonía, belleza, simplicidad. Cuando el icono no es una imagen sino una persona humana, se convierte en referente: observamos aspectos de su personalidad con los que nos identificamos aunque nos coincidan exactamente con los nuestros. A lo largo de la historia de la ciencia, las mujeres han sido iconos referenciales fundamentalmente por dos cosas, su calidad humana y su excelencia científica.
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