La comunidad chicana y la afro-americana muestran una identidad claramente heterogénea debido a su tradición migratoria. En el caso de los chicanos, su situación geográfica les proporciona una metáfora muy adecuada para su condición: se encuentran en una "frontera cultural". Así, muchas autobiografías de autores chicanos muestran, por una parte, un afán por definir la propia identidad, no ya como algo rígido sino como una realidad dinámica. Por otra, se aprecia la creación de un lenguaje particular mediante la incorporación al discurso dominante de formas de expresión propias. Por su parte, la comunidad afro-americana presenta algunos intentos de naturaleza similar. Esto indica que sus escritores avanzan en la dirección adecuada hacia una "escritura de frontera".
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