El presente artículo analiza las representaciones del cuerpo americano bajo la mirada inquisitiva colombiana. Propongo que la manera de ver que se instaura está centrada en identificar ciertos rasgos corporales � como la ausencia de barba y armas � que el europeo identifica como anormalidades ya que estos funcionan como tropos de la masculinidad europea. Dichas imágenes se reiteran una y otra vez, para luego convertirse en motivos del espectáculo erótico masculino. El resultado de este acto epistémico violento es, por un lado la imagen del cuerpo indígena como un ser incompleto, anormal y mutilado por la visión imperial la cual no solamente lo despoja de sus tierras sino de su propio humanidad. Por el otro se da el establecimiento del europeo como un ser completo, normal y autosuficiente inscrito bajo ciertos rasgos específicos de subjetividad con los cuales le permiten construirse como sujeto universal por excelencia.
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