No habrá prosperidad sostenible sin una transformación del sistema económico. La crisis debe acelerar - no retrasar - el paso a una economía verde con alto contenido tecnológico y creadora de nuevas fuentes de empleo en energía, transporte, edificación y reciclado.
En las dos décadas posteriores a la Cumbre de la Tierra de 1992, las presiones sobre los recursos naturales y los ecosistemas del planeta han aumentado a medida que crecía la producción material de la economía. No sorprende que la mayor parte del consumo humano se concentre en las ciudades. Las zonas urbanas representan la mitad de la población mundial, y un 75 por cien del consumo energético y de las emisiones de carbono.
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