Desde la óptica económica, el agua es un recurso con característica de bien común, es decir, se caracteriza por ser un bien rival en el consumo y de baja exclusividad. Esto implica que el consumo que realiza una persona disminuye el disfrute potencial que otro individuo puede realizar de la misma unidad y que, además, resulte muy costoso reducir o excluir de su consumo a otros individuos.
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