Carol Bonnet, Jean-Michel Hourriez
La disimetría de los papeles masculino y femenino en la pareja conduce a diferencias importantes de pensión por derechos propios entre los hombres y las mujeres, diferencias que van a persistir a pesar del aumento de la actividad femenina y de la redistribución operada en el sistema de pensiones a favor de las mujeres. En un contexto de estabilidad del matrimonio, un sistema de pensiones podía asegurar a las mujeres un nivel de vida igual, como media, al de los hombres, gracias a un solo dispositivo: la reversión. Este ya no será el caso de las generaciones futuras a causa de la fragilidad creciente de las uniones conyugales. Por ello esta todavía justificado proceder a una redistribución específica en favor de las mujeres. Pero los dispositivos de redistribución se diversifican: la reversión, para cubrir el riesgo de viudedad; los derechos familiares, para compensar el impacto de los hijos sobre las carreras femeninas; en fin, la partición de derechos entre cónyuges (solución existente en Alemania), para cubrir (al menos parcialmente) el riesgo de divorcio. A fin de adaptar el sistema a la fragilidad creciente de las uniones y al aumento de la actividad femenina, habría que reorientar hacia los derechos familiares una parte de los importantes recursos financieros consagrados a la reversión.
La dissymétrie des rôles masculin et féminin dans le couple conduit à des écarts importants de pension de droit propre entre hommes et femmes, qui vont persister en dépit de la montée de l’activité féminine et de la redistribution opérée par le système de retraite en faveur des femmes. Dans un contexte de mariages stables, un système de retraite pouvait néanmoins assurer aux femmes un niveau de vie égal en moyenne à celui des hommes, grâce à un seul dispositif : la réversion. Ce ne sera plus le cas pour les générations futures à cause de la fragilisation des unions conjugales. De ce fait, il semble toujours justifié d’opérer une redistribution spécifique depuis les hommes vers les femmes dans le cadre du système de retraite. Mais les dispositifs de redistribution se diversifient : la réversion, pour couvrir le risque veuvage ; les droits familiaux, pour compenser l’impact des enfants sur les carrières féminines ; enfin le partage des droits, pour couvrir (au moins partiellement) le risque de divorce. Afin de s’adapter à la fragilisation des unions et au développement de l’activité féminine, il faudrait redéployer une partie des sommes importantes allouées à la réversion en direction des droits familiaux.
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