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Académicos contra la pobreza: una idea para la que ha llegado su tiempo

  • Autores: Thomas Pogge, Luis Cabrera
  • Localización: HASER: revista internacional de filosofía aplicada, ISSN 2172-055X, Nº. 3, 2012, págs. 193-218
  • Idioma: español
  • Títulos paralelos:
    • Academics stand against poverty: An idea whose time has come
  • Enlaces
  • Resumen
    • español

      El último cuarto de siglo ha sido desastroso para el mundo pobre. Entre 1988 y 2005, las familias que pertenecen a la cuarta parte más pobre de la humanidad han perdido un tercio de sus ingresos, lo que supone que su participación se reduce al 0,78% de los ingresos de toda la humanidad.Desmintiendomuchos informes sobre la pobreza, que tiñen los datos más positivamente3y aun a pesar de los compromisos [de los países ricos]4, repetidamentepublicitados, como los Objetivos del Desarrollo del Milenio (ODM), encontramos que el número de personas con desnutrición crónica se ha incrementado alcanzando los mil millones por vez primera en la historia de la humanidad. Las muertes debidas a la pobreza se calculanen torno a los dieciocho millones anualmente e implican una tercera parte de todos los decesos. La necesidad de mejorar tales índices no admite excusas. ¿Hay algo que nosotros como académicos podamos y debamos hacer para amparar a los que se encuentran en esa posición? En este ensayo discutimos algunas contribuciones específicas que investigadores y profesores pueden llevar a cabo. El argumento se dirige especialmente a aquellos cuyo trabajo se centra en aspectos como la pobreza, pero entendemos que los profesores de universidad e investigadores de todas las disciplinas pueden realizar una contribución específica desde su rol como académicos. Comenzamos con algunos comentarios sobre las razones acerca de por qué los académicos se deberían sentir compelidos, en términos prácticos y políticos, a comprometer más directamente sus esfuerzos en la erradicación de la pobreza más aguda. Luego, ofreceremos ejemplos más específicos de tales implicaciones,incluyendo algunos proyectos de intervenciónque ya existen. Responderemos a las críticas que objetan, por una parte, que esos “ingenuos bienhechores” no deberían implicarse en debates o que, por otra, aseveran que a los académicos se les exige demasiado en su trabajo o que, por último, los deberesrelativos a la pobreza respecto a los compatriotas deberían tener prioridad sobre las necesidades de pobreza absoluta de la gente que situados en cualquier parte del mapa [sin interesar si pertenecen o no a nuestro país]. Las preocupaciones procedentes decada crítica, sostenemos, resultan menos convincentes que las ganancias obtenidas de un mayor nivel de compromiso. Cerramos [nuestra exposición],comentando la existencia de una asociación internacional fundada recientemente, Academics Stand Against Poverty (ASAP)[Académicos Contra la Pobreza], que desea ayudar a los académicos a comprometerse en los senderos detallados en este ensayo con el fin de erradicar la pobreza más grave instalada en todo el planeta. ASAPtambién proporciona un medio para que los académicos que ya están trasladando sus ideas a un público más amplio (asesorando agencias gubernamentaleso internacionalesde ayuda o, quizás, a ONGs o a corporaciones internacionales) compartan sus valiosas habilidades y conocimientos con otros.

    • English

      The last quarter century has been disastrous for the world’s poor. Between 1988 and 2005, the poorest quarter of humanity lost a third of its share of global household income, seeing this share shrink to a grotesque 0.78 percent. Giving the lie to many rosy poverty reports,5and despite highly publicized commitments such as the Millennium Development Goals (MDGs), the number of chronically undernourished people has steadily increased, breaking above 1 billion for the first time in human history. Deaths from poverty-related causes still number around 18 million annually, accounting for about one-third of all human deaths. The need to do better is overwhelmingly obvious. Is there anything we as academics can and should do to help protect the world’s poor?In this essay, we discuss some specific contributions that researchers and teachers can make. The argument is mainly addressed to those whose work focuses on aspects of poverty, but we understand that scholars from all disciplines can make distinct contributions in their roles as academics. We begin with some general remarks on reasons why academics should feel compelled to become more directly engaged –in both practical and political terms –in efforts to eradicate severe poverty. We then offer some more specific examples of such engagement, including some existing intervention projects. We respond to critics who object that ‘naive do-gooders’ should not insert themselves into debates, that too much may be demanded of individual academics, or that duties to relatively poor compatriots should take priority over the needs of absolutely poor people elsewhere. The concerns raised by each criticism, we argue, are less compelling than the gains that could be realized through more direct engagement. We close by discussing a recently formed international association, Academics Stand Against Poverty (ASAP), which seeks to help academics engage in the ways detailed in this essay with the goal of eradicating severe poverty worldwide. ASAP also provides a means for those academics already taking their ideas to broader public audiences —advising government aid agencies or NGOs, perhaps, or corporations or international agencies —to share their valuable skills and expertise with others


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