Me encanta la franqueza de un hombre enmascarado El Pingüino en Batman regresa La comezón de un líder El subcomandante Marcos repasaba su nariz con el pulgar. Era la única evidencia de que estaba en el podio consciente de la atracción magnética que ejercía en los 6.000 convencionistas. Su voz controlada expresaba dominio escénico; la mano era otra cosa. ¿Le picaba el pasamontañas de algodón, distinto a la prenda de invierno con que inició la revuelta, o se trataba de un involuntario signo de suficiencia?
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