La historia de la migración humana bien podría haber comenzado con la expulsión del paraíso. Laborar, parir y migrar - tres variedades del dolor - han sido, desde aquel cruce primordial de frontera, signos distintivos del luto humano. Si es posible atribuir algún otro sentido a la historia humana que no sea el de la dominación de unos sobre otros, él es concedido por la migración. Quizás, mejor, por el viaje, del cual migrar constituye su sombra dolorida.
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